Lesiones deportivas

A día de hoy seguro que ya sabes algo más sobre el dolor femoropatelar, por lo que hemos contado en las dos entradas pasadas. Desde la introducción de la patología, hasta su correcto diagnóstico y evaluación. Pues bien, queda el último vértice del triángulo del correcto manejo de los pacientes, el tratamiento.

El tratamiento siempre debe basarse en lo recogido en la entrevista personal con el paciente, y SU sintomatología y situación, y recalco en ese SU, porque es fundamental individualizar el tratamiento al paciente. Verás, como sabes, cada persona es un mundo, y cada persona vive su patología de una manera, por tanto, basándonos en lo que nos dice la literatura científica más actual, poniendo el paciente en el centro del tratamiento, vamos a obtener un buen resultado y la total recuperación del paciente.

Bien, ¿qué nos dice la literatura científica? Es una buena pregunta, y tiene muchas y muy buenas respuestas.

Hoy quería seguir explicando un poco más sobre el síndrome de dolor femoropatelar, o condromalacia rotuliana. En la entrada anterior hacíamos una pequeña introducción de esta patología, repasando los factores de riesgo y comentando por encima algunos de los síntomas más comunes, pero hoy me voy a centrar más aún en esta parte, para que no te quede ninguna duda y que con tu información más el diagnóstico correcto del Fisioterapeuta, se llegue a un correcto tratamiento y curación del proceso.

Antes de continuar, seguramente te habrás dado cuenta de que no hemos hablado hasta ahora de las pruebas complementarias como las radiografías, resonancias magnéticas y ecografías, y esto se debe principalmente a dos puntos que te voy a explicar a continuación.

Quizás no te suene el nombre de Síndrome de Dolor Femoropatelar, como tampoco Síndrome de Hiperpresión Rotuliana Externa, pero si te digo Condromalacia Rotuliana seguro que la cosa cambia y te recuerda a lo que te han dicho que te pasa en la rodilla. Bien, te preguntarás sobre el porqué de tanta y tan diversa terminología, y esto tiene que ver en cómo ha ido evolucionando el conocimiento de esta patología musculoesquelética. Es una historia larga y curiosa que vamos a dejar para otra ocasión. Hoy hablaremos de los síntomas.

El tratamiento de las lesiones de los tendones ha sido durante mucho tiempo una dura batalla para los profesionales. Afortunadamente a día de hoy sabemos mucho más acerca de los tendones. Una de las lecciones más importantes que nos ha enseñado la ciencia es que el reposo es el MAYOR enemigo a la hora de enfrentarte a una lesión del tendón. Como hemos señalado en entradas anteriores, el tendón es un tejido vivo en constantes procesos de adaptación. Si un tendón se ha lesionado porque hemos sobrepasado su capacidad de resistir un cierto ejercicio a una cierta intensidad, el reposo va a hacer que ese tendón se “adapte” al reposo y en un breve corto de plazo va a tener aún menos capacidad de resistencia de la que tenía antes de la lesión. Este detalle crea el caldo de cultivo perfecto para que esa lesión no termine nunca de recuperarse y esté dándonos la lata de manera continuada. Si has tenido un problema de tendón, seguro que esas recaídas te suenan.  No te asustes si acudes a un fisio con una lesión en el tendón y te pone enseguida a realizar ejercicio, al contrario, muy probablemente estés en buenas manos.

De este modo, el tratamiento general de una tendinopatía debe tener los siguientes puntos:

Tal y como explicamos en un post anterior que hablaba sobre los factores de riesgo de las tendinopatía (tendinitis), lo que a priori parece un problema de tendón a veces no lo es y puede llegar a confundir incluso a los profesionales que estamos acostumbrados a tratar este tipo de patologías.

 

El diagnóstico de una tendinopatía no siempre será a través de una resonancia o una ecografía, de hecho, en muchas ocasiones se detectan tendones con mucha degeneración en pacientes que no han tenido nunca ningún tipo de dolor y viceversa, podemos encontrar pacientes con mucho dolor y que no presentan ninguna señal degenerativa en las pruebas de imagen. Lo más importante serán los síntomas. Estos son los tres principales.

Lo primero que tienes que saber es que la “tendinitis” es el nombre más extendido para clasificar de alguna manera el dolor en la zona por la que pasa un tendón. Muchas veces es una palabra usada incorrectamente, pero no quiere decir que tu médico o fisioterapeuta esté mal informado. A veces se utiliza para que el paciente entienda “grosso modo” cuál es su dolencia. Para no caer en errores y sin entrar en detalles aburridos y técnicos, de ahora en adelante nos referiremos a la “tendinitis” como “tendinopatía”, o sea, afectación o lesión del tendón. Si no estás bajo seguimiento profesional, y sospechas que lo que tienes es una lesión del tendón es importante que conozcas qué factores de riesgo suele ser los necesarios para que florezcan las lesiones del tendón. En esta entrada te los vamos a presentar.