Esguinces de tobillo

Más conocidas como torceduras, son producidas por movimientos forzados de las articulaciones. La más común es el tobillo.

En los esguinces se produce un sobre-estiramiento de los ligamentos que son una especie de cuerdas, en la que se rompen un cierto número de fibras. Si se rompen más o menos porcentaje de fibras el esguince puede ser de I, II o III Grado.

Afortunadamente, hoy en día los esguinces son una de las lesiones menos incapacitantes que existen, y ello gracias al gran conocimiento que se tiene sobre ella y a la aportación de distintas disciplinas de terapia manual.

La normalidad después de haber sufrido un esguince es tener reposo “subtotal” para dar tiempo al organismo para controlar la hemorragia e inciar los primeros pasos hacia la regeneración de la lesión. Una vez pasadas esas primeras 48-72h es necesario ponerse en manos de un fisioterapeuta para que nos guíe en el proceso de movilización de la manera más precoz y a la vez más segura posible y consiga reestablecer la condición articular perdida.

En algunas ocasiones, cuando nos hacemos un esguince pero no acudimos a recibir ayuda, se pueden producir algunos mecanismos de compensación biomecánica en otras estructuras que pueden acabar afectándose. Además si hemos tenido varios esguinces sobre un mismo tobillo nos podemos encontrar cuadros de inestabilidad crónica, lo cual produce dolor inespecífico entre otras muchas alteraciones.